¿Sabías que existe una forma de reconectar con la naturaleza, saciar el hambre y nutrir nuestro cuerpo? La respuesta está en el poder de los llamados alimentos funcionales.
Estos comestibles sirven como herramientas para mejorar nuestra salud a largo plazo, a la vez que pueden llegar a presentarnos un cambio en la forma en la que vemos la comida.
Desde el punto de vista de la nutrición, su elaboración contempla la calidad nutricional, tecnológica y sensorial. También son productos que contienen naturalmente o se han incluido en ellos componentes bioactivos.
Para ahondar en detalles sobre los múltiples beneficios de los alimentos funcionales y también descubrir una historia bien tucumana, expertos compartieron sus conocimientos con LA GACETA.
Menos medicamentos
La licenciada en nutrición, Liliana Domínguez, explicó en primera instancia el trasfondo del surgimiento del concepto de alimentos funcionales.
“La nueva nutrición intenta establecer una importante relación entre la alimentación y la promoción de salud. Por eso hace referencia al cambio de hábitos, actividad física, descanso adecuado y suplementación óptima”, indicó.
“Así, se orienta a cada paciente a proveerse con alimentos que, además de nutrientes, contengan otros compuestos biológicamente activos que aporten un beneficio adicional para mejorar nuestra salud sin la necesidad de incluir medicación”.
“Estos alimentos poseen compuestos fotoquímicos, junto a estructuras químicas muy diversas que ejercen una actividad biológica beneficiosa”, señaló la nutricionista.
En la ciencia además existe gran cantidad de evidencia que avala el consumo regular de estos compuestos bioactivos. Lo relaciona de forma positiva con respecto a la disminución del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, osteoporosis, hiperlipidemias y neurodegeneración.
Algunos ejemplos
“Los alimentos funcionales son de mucha importancia en nuestra salud, ya que su consumo en forma regular ayuda a mejorar la digestión, combatir la acidez, el estreñimiento y la diarrea”, mencionó Domínguez sobre sus beneficios.
Entre la lista de estos comestibles podemos encontrar al yogur natural, un alimento probiótico que es uno de los más conocidos y más fácil de encontrar en el mercado. “También, existen versiones de yogures con sabor que mantienen las bacterias beneficiosas vivas, sobre todo, los hechos con leche de cabra y de oveja”, añadió la nutricionista.
Otro ejemplo es el chocolate negro con un 80% de cacao. “Contine una gran cantidad de probióticos y es rico en flavonoides que hace que tenga propiedades antioxidantes y ayuda a combatir el envejecimiento”, afirmó la profesional.
Por otra parte, el kéfir también es un alimento funcional que está en auge. “Es un producto fermentado combinado con levadura y bacterias, que trabajan juntos para proporcionar beneficios para la salud. Se parece al yogur, pero con una elaboración más sencilla y una cantidad más elevada de probióticos”, precisó Domínguez.
En la lista también aparecen las aceitunas, cítricos y vegetales de hojas verdes.
Hecho en Tucumán
Con el objetivo de rescatar una serie de especies andinas que no son difundidas pero tienen propiedades muy importantes para la salud, la Universidad San Pablo T creó con éxito barras funcionales prebióticas de Yacón, un alimento ancestral.
El producto entra en esta categoría porque busca brindar al consumidor nutrientes que contengan otros componentes bioactivos beneficiosos para la salud en general.
“Elegimos esta especie que es originaria de los Andes Meridionales de Perú, porque es un ambiente agroecológico muy similar a nuestra provincia. Y porque empezamos a leer muchos trabajos que indicaban que el yacón tiene unos compuestos en forma de azúcares especiales, que son de alto valor para el ser humano, llamada FOS”, detalló Federico Pérez Zamora, director del Centro Integral de Biotecnología Aplicada de la casa de altos estudios.
Este tipo de sacáridos al ser consumido por un ser humano no se asimila, sino que lo aprovecha la flora intestinal que está en el colon.
“Así se vuelve más vigorosa y puede primero combatir primero a otra microflora maligna y también ayuda a tolerar mejor a algunos productos”, refirió.
En la San Pablo-T crearon barras funcionales a base de yacónEn la universidad primero se elaboró unos chips de yacón deshidratado, aunque luego el enfoque cambió. “Son muy saludables y muy ricos para comer como snacks pero después pensamos que podía ser algo que pueda llevar la gente en su cartera o en su mochila”, contó.
Las barritas contienen avena, yacón deshidratado, miel, nueces, frutilla. Tienen 205 calorías por porción y un 54% de hidratos de carbono en 100 gramos de producto, además de 26% de grasas y poco más de 3% de proteínas.
Reflotar conocimiento
Este alimento producido desde su raíz en nuestra provincia no es el último que la universidad desea realizar.
“Tenemos un departamento de alimentos que trabaja permanentemente con el objetivo de encontrar nuevas alternativas alimenticias saludables, con productos de nuestra región que tienen muy buenas propiedades para el ser humano”, aseguró el ingeniero.
Y para eso, muchas veces miran al pasado para iluminar el futuro. “Hay muy buenas investigaciones hechas que han dormido en bibliotecas. Nosotros las sacamos a la luz para buscar el camino que lleve a que las cosas se puedan aplicar al consumo general”, cerró Zamora.